Hoy vamos a proponer a los lectores de nuestro blog un pequeño viaje en el tiempo, donde el chocolate va a ser nuestro billete de ida y vuelta hacia un destino inigualable en la Historia del Arte. Nos vamos, concretamente, a una etapa que se inició en la última década del siglo XIX. Un fin del siglo que se caracterizó por el interés que muchos artistas mostraron por reinterpretar la Naturaleza. El resultado de esta nueva visión creativa fue el surgimiento, sobre todo en Europa, de grupos como la Secesión vienesa en Austria, el modernismo en España y el Art Nouveau en Francia con Alphonse Mucha como máximo referente.
Chocolate, modernismo…y la primera campaña publicitaria en España
Este movimiento artístico se plasmó con entusiasmo en el trabajo de todo tipo de creadores: pintores, escultores o arquitectos (como Gaudíen España). Dentro de esta eclosión creativa destacó el auge de los carteles publicitarios que tenían como público objetivo a la sociedad burguesa que era la que podía permitirse el gusto de comprar exquisiteces como un buen chocolate.
La primera campaña publicitaria en España vino de la mano de un empresario con mucho ingenio: Matías López, un gallego que fundó en 1825 la empresa Chocolates Matías López. El ingenio que se ahorró con el naming de su marca, lo compensó creando una estrategia de mercadotecnia rompedora en su época: contrató a un famoso litógrafo madrileño que, junto con el dibujante y humorista gráfico Francisco Ortego Vereda, diseñaron el primer cartel publicitario de España, popularmente conocido como Los gordos y los flacos. El éxito fue tan rotundo que se editó una serie de veinticinco postales con su reclamo. Este tipo de publicidad hizo tan famosa a la compañía que llegó a tener su propio pasodoble como himno:
(…) Brilla el sol de España como maravilla, /Y en suave caricia de luz y color, /En una aureola, va forjando el nombre/De Matías López, la industria mejor. /Es que aquellos tiempos que alegres pasaron, /El símbolo e imagen del gordo de ayer, /Que mira orgulloso al flaco inocente, /Que un buen chocolate nunca lo probó. /El chocolate Matías López, /En el mercado no tiene igual (…).
El inigualable Alphonse Mucha
Otra gran empresa de chocolates que destacó por su publicidad fue la marca Amatller, posiblemente la más antigua de España, ya que lleva en activo desde que la familia Amatller iniciara la fabricación de chocolate en el barrio de Santa María del Mar (Barcelona) ni más ni menos que en el año 1797. Casi un siglo más tarde, en 1872, el nieto del fundador, gran amante del Arte, decide promocionar la marca de la casa a través de carteles publicitarios realizados por los artistas más destacados de la época, llegando a contratar para conmemorar su primer centenario al máximo exponente del Art Nouveau en Europa: el genio checo Alphonse Mucha. Autor de cientos de carteles hoy en día emblemáticos, Mucha trabajaba para las empresas más destacadas de aquel entonces, entre ellas grandes firmas chocolateras como Idéal (de La Compagnie Française des Chocolats et des Thés) o el famoso chocolate mejicano Masson. En los albores del siglo XX, la obra de Mucha era tan reconocida que el mismo año del estreno secular (1900) fue nombrado Caballero de la Orden del Emperador Francisco José (una orden del Imperio austríaco y de su sucesor, el Imperio austrohúngaro, destinada a premiar tanto méritos civiles como militares).
El destino impredecible
El legado de Alphonse Mucha (1860-1939) ha perdurado hasta nuestros días. Fue pintor, artista decorativo e incluso diseñador de joyas, pero lo cierto es que su trabajo como cartelista fue cosa del destino.
En la Navidad de 1894, cuando se encontraba en una imprenta parisina corrigiendo unos trabajos, apareció por allí la actriz del momento: Sarah Bernhardt. Al parecer, la diva no estaba contenta con los carteles promocionales de su última obra teatral Gismonda y andaba buscando un artista que diseñara para ella algo diferente. Alphonse acabó aceptando con ciertas dudas el encargo, pero su trabajo entusiasmó tanto a la “Divina Sarah” que contrató al artista para los siguientes seis años. Y así fue como Mucha pasó de ser solo pintor a ser también cartelista, escenógrafo y hasta diseñador de vestuario. Y así fue como Sarah Bernhardt pasó a ser el rostro de infinidad de carteles del artista checo, entre ellos el del emblemático centenario de Chocolate Amatller.
Arte y chocolate para todo el mundo
Como curiosidad, cabe destacar de Mucha que, a pesar de alcanzar un reconocimiento internacional que le adjudicó el distintivo de “maestro del cartel Art Nouveau” por haber desarrollado un estilo tan distintivo (conocido como “le style Mucha”), le honra su iniciativa por concebir un arte accesible a todas las clases sociales. No olvidemos que, durante el siglo XIX, el arte solo estaba al alcance de la élite de la sociedad. Pero Mucha, se empeñó en trabajar con el impresor Champenois para crear paneles decorativos, carteles sin texto diseñados exclusivamente para decorar paredes interiores. Un nuevo medio que marcó el comienzo de los carteles con los que todavía decoramos nuestros hogares en la actualidad. Estos trabajos decorativos producidos en masa eran económicos y accesibles para el público en general. Una obra de la que Mucha declaró sentirse orgulloso: “Estaba feliz de estar involucrado en un arte para la gente y no para salones privados”, afirmó. Y es curioso que ese mismo espíritu haya impregnado siempre a los grandes maestros chocolateros.